Hubo un hombre quien tenía un hijo al que amaba entrañablemente.
El hombre trabajaba como controlador del puente ferroviario.
Su hijo amaba observar los trenes y a las personas que viajaban en ellos.
Personas en soledad, con ira, con egoísmo, con heridas y adicciones.
Un trágico error lleva a una terrible elección: dejar que todos en el tren mueran o tirar del control y permitir que su hijo muera aplastado por el puente.
La salvación de todos requirió el sacrifico del mas amado.
El sacrificio de uno compro la esperanza para el futuro.
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