sábado, diciembre 18

Hubo un hombre quien tenía un hijo al que amaba entrañablemente.
El hombre trabajaba como controlador del puente ferroviario.
Su hijo amaba observar los trenes y a las personas que viajaban en ellos.
Personas en soledad, con ira, con egoísmo, con heridas y adicciones.
Un trágico error lleva a una terrible elección: dejar que todos en el tren mueran o tirar del control y permitir que su hijo muera aplastado por el puente.




La salvación de todos requirió el sacrifico del mas amado. 
El sacrificio de uno compro la esperanza para el futuro.

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La vida nos enseña, está en nosotros tomar o dejar esas pequeñas cosas.

Aprendí que los amores "eternos" pueden terminar en una noche, que grandes amigos pueden volverse grandes desconocidos. Que nunca conocemos a una persona de verdad, que todavía no inventaron nada mejor que el abrazo de mamá(L Que el "nunca mas" nunca se cumple y que el "para siempre", siempre termina.